jueves, 26 de abril de 2007

Patatas aconejadas

En el pueblo de mis abuelos, el plato típico y casero eran las patatas aconejadas. En realidad, el nombre es un chiste rural. Las patatas aconejadas no llevan conejo. Era, en los años veinte del siglo pasado (y años después también) una tierra de secano extremadamente dura. Vino tinto, garbanzos, y muy poca huerta. Y nada más.

La clave de las patatas era la forma de cortarlas: Si las cortas en tacos, el propio corte cierra la ‘herida’. Es mejor chascarlas, es decir, cortar la patata no hasta el final, y entonces girar el cuchillo, y dejar que la patata se rompa.

Así, lo que consigues, es que en la cocción, la patata suelte almidón, ligando la salsa, sin necesidad de ningún otro espesante (harina, maicena, etc…)

La base es un sofrito de ajo y cebolla sobre aceite de oliva. Reogas las patatas chascadas, y cubres con caldo, añadiendo perejil.

Así, ya están buenas, pero es la base de mil recetas diferentes.

Si pones costillas adobadas, te mueres de lo rico que está.

Con pescado en trozos, y guisantes, quedan como en salsa verde.

Con marisquitos, chirlas y pimientos en tiras, pues a la marinera…

Y con tu imaginación, pues mejor aún.
Si les echas conejo, y pimentón, cierras el círculo de la historia de Castilla.

4 comentarios:

Blanca dijo...

Hoy he cocinado patatas aconejadas con bonito... y estaban.... mmmmm ricas, ricas... y no echamos de menos el conejo...

garib dijo...

Me encantan las recetas sencillas que ya son buenas por sí solas y que encima luego son la base de otras.

Maripuchi dijo...

Si. Cuanto más sencilla es una receta, mejor para ella, para el que la cocina y para los que se la comen.

animalpolítico dijo...

Os veo muy hambrientos...